miércoles, 1 de mayo de 2024

La Atención Primaria de Salud y la Salud Pública en las Crisis Humanitarias. Principios, características y sinergias: un enfoque basado en los derechos.

Díaz Olalla, JM. (0000-0001-5740-0636) "La atención primaria de salud y la salud pública en las crisis humanitarias. Principios, características y sinergias: un enfoque basado en los derechos." En: Pilar Estébanez, Carolina Jiménez y Jorge Alvar (Edit, Coord y Dir). Asistencia sanitaria en crisis humanitarias. Edit Díaz de Santos, 2017. Madrid. ISBN 9788490520598

(Capítulo del libro publicado en 2017)


   1. La Atención Primaria de Salud y la Acción Humanitaria: sinergias y garantía de equidad en las crisis.   La Atención Primaria de Salud (APS) es la estrategia para la organización y la gestión del sistema de salud que tiene como objetivo garantizar el acceso universal a unos servicios sanitarios básicos mediante una distribución equitativa de los recursos, la participación comunitaria y la implicación de las políticas propias de otros sectores, para alcanzar un mejor nivel de salud de los pueblos. Fue signada y asumida por la mayoría de los países del mundo en la histórica conferencia de Almá-Atá1 (Kazajstán, 1978) y en ella se expresa la necesidad urgente de la toma de acciones por parte de todos los gobiernos, trabajadores de la salud y la comunidad internacional para su puesta en marcha.

 

   1.1. Aproximación histórica y conceptual a la APS.

   Los objetivos que se pretendía alcanzar mediante esta estrategia se fijaron y cuantificaron para cada región del mundo en un compendio de intenciones al que se llamó “Salud para todos en el año 2.000”. Pero su grado de implementación fue muy desigual. La implantación y el desarrollo de la APS requieren decisión política, es decir, inversión de recursos, y reconoce el importante papel de la reducción de las desigualdades socio-económicas entre países y entre grupos sociales dentro de cada país para el logro de las mejoras en la salud. Esfuerzos, por lo tanto, que en gran medida están fuera del sistema sanitario, como lo están también la mayor parte de los factores que determinan la salud de la población, según conocemos, en especial cuando se ha alcanzado determinado nivel de progreso. Pero en los años posteriores a la histórica declaración muchos países no apoyaron adecuadamente el desarrollo de la APS a la vez que se incrementaban las desigualdades entre los países y dentro de ellos.2   Estas circunstancias incidieron en el insuficiente cumplimento de sus objetivos alcanzados, en especial en algunas partes del mundo, lo que desacreditó en parte este movimiento. A pesar de estos vaivenes y dudas, muchos años después, recientemente, la propia OMS reivindicó y actualizó la estrategia, al publicar el informe “Atención Primaria de Salud, más necesaria que nunca”3 lo que de alguna forma ha hecho justicia a una de las iniciativas internacionales de salud más importantes de la historia.

   De una manera o de otra la APS logró poner en marcha a mucha gente en el mundo con una meta concreta y definida, la salud para todos. Aunque, como se dijo, no se alcanzó ese horizonte idílico en el plazo fijado, no cabe duda que, en pos de él, se recorrió un importante tramo del camino planificado y, por lo tanto, se fue avanzando y alcanzando objetivos y metas. Tampoco pueden existir objeciones al hecho de que una gran parte de las mejoras en la salud que ha logrado la población del mundo en los últimos decenios, incluso la que reside en los países menos adelantados, y que es posible acotar en avances notables en la prolongación de la esperanza de vida o en la disminución de la mortalidad infantil, tienen detrás actuaciones concretas que forman parte del núcleo fundamental de la APS. Entre estas y muy destacadamente deben señalarse las inmunizaciones ante las enfermedades infecciosas más prevalentes en la infancia, el acceso al agua o los programas de salud materno-infantil. Los demás componentes básicos de la citada estrategia son: la educación sanitaria y la promoción de la salud, el adecuado abastecimiento de alimentos y la promoción de una buena alimentación, el saneamiento básico, la salud reproductiva y sexual, la prevención y control de las enfermedades endémicas, el tratamiento apropiado de las enfermedades más habituales y de los traumatismos comunes y la provisión de medicamentos esenciales.

   En algunos países, como en España, con frecuencia se ha entendido la APS como sinónimo de primer nivel de atención. De hecho, aquí y allá, a una gran parte de los componentes de la APS que tienen que ver con el sistema sanitario se accede desde este nivel de atención. Cuando se trata de esta estrategia el sistema sanitario queda comprometido, eso sí, con algunos cambios en la naturaleza de la atención, que debe ser no sólo curativa, sino integral y preventiva, además de con determinadas transformaciones en la organización de la misma. Cabe reseñar, no obstante, que en muchos países en los que el desarrollo de la estrategia ha sido muy escaso una gran parte de sus componentes los proveen ONG´s diferentes, muchas veces con distintas filosofías y mal coordinadas, lo que fragmenta enormemente la atención de salud e introduce en el capítulo de resultados elevadas cuotas de ineficacia. Con todo y con eso, existen en el mundo más de 400 millones de personas en situación de exclusión de la atención de salud.4 Esta realidad es, en sí misma, un escenario propio de la acción humanitaria, además de mantener en situación de crisis crónica a la población afectada.

 

   1.2. Actualización de la APS: de los componentes a los valores y las estrategias.

   Además de la atención a la salud, las necesidades básicas de la población afectada por una crisis son comunes a los citados componentes elementales de la APS: el agua y el saneamiento ambiental, la alimentación, el abrigo y, por extensión, el techo. Pero existen más concordancias: en la reciente actualización y reafirmación que la OMS ha hecho de la estrategia de la APS3 se pone el énfasis en valores que le son propios, como la equidad, la solidaridad, la justicia social y la participación, estableciéndose como medio para transformar los sistemas sanitarios la articulación de cuatro áreas estratégicas:  la prestación de servicios, para lograr que los sistemas de salud giren en torno las personas; las políticas públicas, con el fin de promover y proteger la salud de la población; la cobertura universal, para aumentar la equidad sanitaria; y el liderazgo, para aumentar la fiabilidad de las autoridades sanitarias. Pues bien, las sinergias entre esta estrategia sanitaria y los principios humanitarios (humanidad, universalidad, neutralidad, independencia, consentimiento de las víctimas, competencia) resultan más que evidentes, por lo que la APS demuestra su gran valor no solo para la atención a la población en situaciones que podemos llamar basales sino también en críticas.

   Las crisis humanitarias tienen como causa inmediata, e independientemente de su etiología primaria, una sobrecarga de los sistemas de protección de las personas, incluido el sistema de salud, bien sea por un colapso masivo o por un incremento de la demanda imposible de manejar, cual es el caso de los desastres naturales o los inducidos por el hombre, como la guerra. En otros casos, y sin concurrir ninguna de estas circunstancias, una parte importante de la población, definida por criterios geográficos, étnicos, políticos, ideológicos, religiosos, económicos, administrativos, etc, queda excluida de aquellos sistemas por incapacidad o abandono gubernamental. De una forma o de otra el efecto de las crisis sobre los sistemas sanitarios es enorme y cuando no es posible mantener su nivel mínimo de funcionamiento con frecuencia asistimos al hecho del rápido empeoramiento de la situación de la salud de personas bien controladas que padecen enfermedades crónicas o son beneficiarias de programas preventivos, que se han visto desatendidas porque el sistema sanitario ha priorizado los problemas agudos derivados de la situación crítica. Es tan importante absorber las nuevas y urgentes demandas como no descuidar las habituales ni cerrar los programas preventivos, de la misma forma que se debe poner un cuidado exquisito en no discriminar a nadie en la atención para que la crisis no sea un elemento más que incremente la desigualdad social en la salud.

   En el mismo sentido, la necesidad de una respuesta inmediata en la que se debe priorizar la preservación de la vida, el abordaje de los problemas más graves y el alivio del dolor, no puede estar reñida con cierta visión a más largo plazo de las necesidades de la población, como se abordará más adelante cuando se hable de la salud pública, ni con la participación de ésta en la estrategia de atención ni en la detección de esas necesidades. De hecho, hay que considerar que en la mayor parte de las emergencias quien antes y con más decisión aborda las tareas de socorro, rescate y atención a víctima y heridos es siempre la población local.5 La crisis también puede ser una oportunidad para promover la participación de la comunidad y fortalecer la equidad y la cohesión social. Los organismos que intervienen en la ayuda, así como el propio sistema de salud, tienen la obligación de trabajar con una visión participativa que incorpore diferentes ámbitos de la comunidad. El desarrollo reciente de los clústeres de salud en el abordaje de la organización de la asistencia en crisis puede ser una buena oportunidad para avanzar hacia esta meta6. 

 

   1.3. La APS en las crisis humanitarias como eje de la lucha contra la desigualdad.

   Un principio básico de la atención en crisis es que la misma debe ser gratuita para toda la población. No es admisible ninguna barrera para acceder a la misma, excepto las que sean de todo punto inevitables, como por ejemplo las derivadas de cuestiones de seguridad insolubles.  Desde luego, la cuestión económica jamás debe ser un límite de acceso a la atención7, como no debería serlo en ninguna circunstancia. En caso contrario no solo se incumpliría un principio básico de la ayuda humanitaria, el de la universalidad, sino que además se estaría aportando una atención inequitativa, absolutamente contraria a los mínimos establecidos en la APS. Mucho más en situaciones extremas para la población. De hecho, lo habitual en esas circunstancias es que una gran parte de la población reciba de forma gratuita servicios que antes de la crisis debía pagar. Esta circunstancia es especialmente favorable para aquéllos que no se han visto afectados de forma directa por el desastre o la violencia, pero comprenden que los dispositivos de atención puestos en marcha en relación a la crisis son un buen sustitutivo de los que antes les atendían y por los que tenían que pagar, en especial para la atención de problemas crónicos u otros agudos sobrevenidos, pero sin relación con el evento. De hecho, lo usual es que una alta proporción de atendidos por los equipos de emergencias sean pacientes con patología banales o crónicas. Nada que objetar a ello, sino más bien todo lo contrario, pues como se ha dicho, la atención de salud es un derecho humano y lo que ocurre en esas circunstancias límite es lo que debería ocurrir siempre. Por ello no es aceptable excluir a estas personas de la atención gratuita que se brinda a los afectados, siempre que las capacidades del sistema de ayuda puedan asumirla.

   En todo caso es muy importante desterrar del espacio humanitario a aquellas entidades que no brinden atención gratuita para todos y todas quienes lo necesiten, como también lo es el procurar prolongar al máximo la situación oficial de emergencia humanitaria, retrasando de esta manera el paso a la siguiente fase del continuum humanitario, al menos de manera formal. Mientras esa situación siga vigente quienes necesiten atención sanitaria la podrán seguir recibiendo de forma gratuita lo que lamentablemente no es posible en muchos lugares del mundo en otras situaciones. Lo que no admite duda es el hecho de que las políticas públicas que se orientan hacia los programas de reducción de riesgos y preparación, en los que participa la comunidad y están orientados a los grupos de población donde se concentran los mayores riesgos, son siempre grandes avances para la seguridad, la preservación de la salud y la equidad social.

   Las catástrofes y las guerras generan más desigualdad. De la misma forma que la mayor parte de las víctimas de conflictos y desastres se dan en países en desarrollo, dentro de ellos, los más afectados son siempre los más vulnerables: los pobres, los niños, las mujeres, los discapacitados o los mayores. El mero desplazamiento después de una catástrofe es un factor extraordinariamente inequitativo. Las más altas tasas de mortalidad después de estas circunstancias críticas son siempre las de los desplazados, a pesar de que ellos tengan mejor acceso a los servicios de salud que la población de acogida5.  En todas las circunstancias el sistema sanitario, en especial si opera mediante la estrategia de la APS, contribuye enormemente a disminuir las disparidades sociales. En las crisis, con frecuencia, el colapso del sistema o la pérdida de sus capacidades básicas provocan que claudique ese poder diluyente de las diferencias, por lo que tienden a incrementarse. Otra circunstancia que colabora con la perpetuación de las mismas es el conocido aspecto de la inequidad en la distribución de la ayuda (alimentaria, de insumos, de medicamentos), cuya responsabilidad muchas veces hay que situarla en el propio sistema de protección o en erróneos sistemas de reparto aplicados por las organizaciones humanitarias. Por lo general la priorización de aspectos técnicos, algo muy común en las fases iniciales de la ayuda, impide la planificación a corto y medio plazo que es la que puede introducir elementos de reducción de las inequidades. En todo caso hay que dejar bien sentado que la cobertura universal y el acceso equitativo a la ayuda humanitaria son elementos fundamentales para avanzar hacia la reducción de las desigualdades en las crisis.

   Las actividades de reducción de riesgos de desastre y de preparación y respuesta ante las emergencias forman parte también de la atención sanitaria en crisis y son propias del Estado. Las crisis minan el liderazgo del Estado y cuando eso sucede porque se prolongan o se repiten con frecuencia otras organizaciones de ayuda pueden asumir ese papel ante los ojos de la población. Cuando esto sucede en Estados débiles o muy frágiles es importante que las organizaciones que tomen el relevo formen parte del sistema de Naciones Unidas, en especial si también van a liderar las políticas que se desarrollen posteriormente a la crisis.

   Por todo lo dicho se puede concluir que es de gran interés organizar la atención sanitaria en las crisis según la estrategia de APS. En base a las sinergias planteadas la acción humanitaria en la salud no es solo un sistema de atención a las necesidades de la población, sino que promueve también la justicia social y busca el respeto del derecho a la salud. Esta concepción de la acción sanitaria en las crisis humanitarias reconoce que la justicia social afecta al modo en que la gente vive y muere y está ligada a la protección, promoción y respeto de los derechos humanos.

 

   2. La visión de la salud pública desde el primer instante y en todas las políticas: claves para la atención a la población en las crisis humanitarias

   Todo lo expuesto en relación a la APS entronca directamente con la organización de la Salud Pública (SP) en las crisis humanitarias. En 1978 Gustavo Molina definió que Salud Pública es la ciencia y el arte de organizar y dirigir los esfuerzos colectivos para proteger, fomentar y recuperar la salud de una comunidad. Para este autor, además, es sinónimo de administración sanitaria. En 1998 la OMS la define como la ciencia y el arte de promover la salud, prevenir la enfermedad y prolongar la vida mediante esfuerzos organizados de la sociedad, mientras que, por último, en 1997, la declaración de Yakarta especifica en su informe final que Salud Pública es la participación libre y consciente de las comunidades en las decisiones que afectan su calidad de vida.8  Es claro, entonces, que la visión de la SP desde el inicio de la atención a los afectados por una crisis es fundamental para el futuro de la población a medio y corto plazo, así como que, sin duda, sea necesario incluirla en todas las políticas.

 

 En los últimos días de octubre de 1998, inmediatamente después del paso del Huracán Mitch por Centroamérica, tuve la oportunidad de recorrer algunas zonas de Honduras en una misión de evaluación en la que participaban algunas autoridades de aquel país. En un momento determinado y ante la enorme devastación que observábamos, el ministro de salud hizo una reflexión que a mi modo de ver tuvo la virtud de definir y acotar con claridad la importancia que tiene incorporar la perspectiva y las herramientas de la SP desde el inicio de la atención a la población, incluso cuando lo inmediato es el socorro, el rescate y las medidas elementales que salvan vidas. Manifestó que nada se podía hacer por los que se ahogaron, que harían todo lo que pudieran por los heridos, pero que el auténtico problema de ese país en los próximos años sería los cientos de miles de personas que, sin sufrir ningún daño directo, lo habían perdido todo: sus casas, sus negocios, sus tierras, sus fuentes, sus letrinas y, en fin, todas aquellas cosas que aseguraban su vida y también su salud. Esto es, salud pública, sí, por supuesto, pero desde el primer momento y en todas las políticas.

 

Tocoa (Honduras) Atención emergencia Mitch , noviembre 1998 

 



   2.1. Acción Humanitaria en Crisis y Salud Pública: objetivos comunes.

   Los objetivos primordiales de la respuesta humanitaria en caso de crisis son prevenir y reducir la mortalidad y la morbilidad excesivas. El acceso a la atención de salud es un factor crucial para la supervivencia en las etapas iniciales de un desastre. Los desastres o las guerras tienen casi siempre efectos significativos en la salud pública y en el bienestar de las poblaciones afectadas. Esos efectos pueden ser directos, como por ejemplo las muertes o las lesiones causadas por la violencia, o indirectos. Estos últimos son los que se pueden visualizar a través del aumento de las tasas de enfermedades infecciosas y/o de malnutrición y están relacionados con factores tales como la cantidad y la calidad del agua, la destrucción de las instalaciones de evacuación sanitaria, la interrupción o reducción del acceso a los servicios de salud o el empeoramiento de la situación de seguridad alimentaria. La falta de seguridad, las restricciones al movimiento, los desplazamientos forzosos y el deterioro de las condiciones de vida (hacinamiento y alojamiento inadecuado) también pueden constituir amenazas a la salud pública. Es decir, y en resumen, el fracaso para dar respuesta a las necesidades básica de la población afectada por una crisis humanitaria, que fundamentalmente son el agua y el saneamiento ambiental, la atención de salud, los alimentos, el techo y el abrigo, se sitúa en el epicentro del deterioro potencial de la salud pública. No hay que olvidar tampoco que el cambio climático también puede aumentar la vulnerabilidad y el riesgo de la población.9

   Parece interesante seguir el hilo de las Funciones Esenciales de Salud Pública (FESP) para describir el espectro de competencias y acciones necesarias de los sistemas de salud que persiguen alcanzar el objetivo central de la salud pública, que no es otro que el de mejorar la salud de las poblaciones, incluso en situación crítica. La Organización Panamericana de la Salud por medio de la Iniciativa "La Salud Pública en las Américas", definió once FESP y desarrolló un instrumento para medir su desempeño, lo que permite a los países realizar una auto-evaluación de sus capacidades para ejercer la salud pública10. Son las siguientes:

 

La evaluación y el análisis del estado de salud de la población,

La vigilancia, la investigación y el control de los riesgos y las amenazas para la salud pública,

La promoción de la salud,

El aseguramiento de la participación social en la salud,

La formulación de las políticas y la capacidad institucional de reglamentación y cumplimiento en la salud pública,

El fortalecimiento de la capacidad institucional de planificación y el manejo en la salud pública,

La evaluación y la promoción del acceso equitativo a los servicios de salud necesarios,

La capacitación y desarrollo de los recursos humanos,

La seguridad de la calidad en los servicios de salud,

La investigación en la salud pública,

La reducción de la repercusión de las emergencias y los desastres en la salud pública.

 

   2.2. El análisis de la situación de la salud, sus riesgos y el funcionamiento del sistema sanitario en las crisis.

   Si se analizan con detenimiento todas las funciones enumeradas su papel es fundamental para conseguir los objetivos en cualquier circunstancia en que se consideren. Pero es interesante detenernos en alguna de ellas para el propósito de este capítulo. En situaciones de crisis, la primera función, la evaluación y el análisis del estado de salud de la población, adquiere un valor incalculable. En sentido estricto no es posible una actuación mínimamente aceptable desde el punto de vista sanitario sin una evaluación inicial de la situación de salud de la población y del efecto del desastre o la violencia en las personas, los bienes y los servicios de que disfrutaban, a no ser que se trate de intervenciones iniciales de rescate y socorro. La evaluación actualizada de la situación tras la ocurrencia del evento crítico es elemental y debe enmarcarse junto a otros esfuerzos que persiguen conocer las tendencias de salud del país y de sus determinantes, con especial énfasis en la identificación de desigualdades en los riesgos, en los daños y en el acceso a los servicios. En este sentido, esta función básica debe comprender:

 

• La identificación de las necesidades de salud de la población, incluyendo la evaluación de los riesgos y la demanda de servicios sanitarios,

• El manejo de las estadísticas vitales y las que informen de la situación específica de grupos de especial interés o mayor riesgo,

• La generación de información útil para la evaluación del desempeño de los servicios de salud,

• La identificación de recursos multisectoriales que contribuyan a la promoción de la salud y al mejoramiento de la calidad de vida,

• El desarrollo de tecnología, experiencia y métodos para el manejo, interpretación y comunicación de la información a los responsables de la salud pública (incluyendo actores extrasectoriales, proveedores y ciudadanos),

• La definición y el desarrollo de instancias de evaluación de la calidad de los datos recolectados y de su correcto análisis.

 

   Para la estandarización de la elaboración de la información y de algunos instrumentos de recogida existen bastantes propuestas de interés.10, 11, 12 La evaluación inicial debe realizarse, a ser posible, por un equipo multisectorial (salud, agua, saneamiento, nutrición, seguridad, etc.), incluyendo a las autoridades sanitarias locales, mujeres y hombres de la población afectada y las agencias que se proponen brindar su asistencia13.  Es importante expresar aquí lo inaceptable de algunas actitudes y comportamientos que se detectan a veces en los miembros de los equipos de evaluación: centrados en su función principal, papel y lápiz en ristre, declinan atender a las personas que necesitan ayuda y con quienes se encuentran en sus misiones de inspección del terreno. Los principios humanitarios y los aspectos más elementales de los códigos deontológicos y éticos exigen que la atención a heridos y enfermos sea una actividad siempre prioritaria e ineludible para toda persona que tenga capacidad de proporcionarla, mucho más si se trata de personal sanitario. En esas circunstancias la recogida de la relevante información debe volverse una actividad secundaria o, en todo caso, complementaria a la intervención sanitaria.

   En todo caso, y en la medida de lo posible, la sistemática en la recogida de información debe considerar la importancia de conocer lo que ocurre sobre 3 aspectos fundamentales: el estado de salud de la población y sus riesgos, la disponibilidad de recursos y servicios de salud y el desempeño del sistema de salud.

   Desde el punto de vista de la salud de la población uno de los aspectos fundamentales de esa evaluación inicial, al menos en crisis de cierta magnitud, es la monitorización de las tasas brutas de mortalidad general en toda la población y la específica en menores de 5 años. En el primer caso puede servirnos de alarma el hecho de que tras el impacto del evento que provocó la crisis se haya duplicado la tasa basal o, si no se conoce la situación de partida, que se alcancen cifras superiores a 1 fallecimiento por cada 10.000 habitantes al día. Ambas circunstancias nos avisan con claridad del deterioro de la situación general de la población. En el caso del indicador en niños, mucho más sensible a los problemas que afectan a la población que el primero, cifras que superen los 2 menores de 5 años fallecidos al día por cada 10.000 menores ya resulta un indicador de máxima alerta. Como se comprende la recopilación de datos en estas circunstancias, tanto del número de fallecidos como de la población afectada, puede alcanzar niveles de máxima complejidad que por razones de limitación de espacio no es posible tratar aquí.

 

   2.3. La vigilancia epidemiológica, actividad clave para la SP en las crisis.

   La segunda función de las descritas, la vigilancia, investigación y control de los riesgos y las amenazas para la salud pública, es otra de las que merecen nuestra reflexión. Aunque la parte específica de lo que tiene que ver con la vigilancia epidemiológica de las enfermedades transmisibles se trata en otra parte de este texto, conviene señalar aquí la enorme importancia de la existencia de un sistema que alerte sobre el incremento de algunas enfermedades o problemas de salud que puedan comprometer la vida y el bienestar de la población o de algún grupo específico de la misma. Es la actividad más importante para el control de enfermedades transmisibles y no transmisibles tras los desastres siendo aconsejable que una agencia internacional o una institución oficial coordine estas actividades. En las crisis, los objetivos que se deben cumplimentar en lo relativo a esta función esencial de la SP, son:

 

·         Identificar las enfermedades transmisibles que aparezcan en la zona del desastre,

·         Establecer medios de transporte y comunicación con la zona afectada,

·         Identificar un laboratorio de referencia adecuado,

·         Estandarizar una vigilancia rutinaria de la morbilidad y la mortalidad, definiendo con claridad lo que se considere “caso notificable” y “complejo sintomático”,

·         Investigar cualquier evento inusual detectado,

·         Investigar cualquier rumor sobre la aparición o el incremento inusual de una enfermedad,

·         Reportar diariamente a un nivel central,

·         Analizar y difundir la información al personal que esté colaborando,

·         Continuar la actividad largos periodos, ante la eventualidad de la aparición de epidemias de aparición tardía.

 

   Por último, y por encima de las otras funciones de la SP que, como se ha dicho, son de gran transcendencia en situaciones de crisis humanitarias, merece la pena hacer alguna reseña a la última de las listadas, la reducción de la repercusión de las emergencias y los desastres en la salud pública. Esta hace mención expresamente a la naturaleza de lo que aquí estamos analizando y podemos considerarla como un compendio de todas las demás aunque aplicado, eso sí, a la realidad de situaciones críticas para la población. Su desarrollo incluye la puesta en marcha de políticas, la planificación y la realización de intervenciones de prevención, mitigación, preparación, respuesta y rehabilitación temprana para reducir el impacto de los desastres sobre la salud pública. Resulta tan importante la participación de todo el sistema de salud y la más amplia colaboración intersectorial e interinstitucional en la reducción del impacto de emergencias o desastres, como la gestión de la cooperación internacional en la solución de los problemas de salud generados por emergencias y desastres.

   La promoción de la salud y la participación social son elementos básicos de la atención primaria aplicada a la población que sufre una crisis humanitaria, como ya se señaló con más detalle anteriormente, además de formar parte de las funciones esenciales de la SP. La intervención que asegura un acceso equitativo a los servicios de salud también garantiza, además, el enfoque de derechos humanos con que hemos presentado hasta aquí las sinergias entre la APS y los principios humanitarios. Sin este enfoque y sin la introducción de los conceptos de salud pública desde el principio y en todas las políticas, la preservación de la salud y la recuperación de la misma en quienes la habían perdido o la habían visto amenazada, sería un reto difícil de alcanzar.

  

BIBLIOGRAFÍA.

 

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2.- Rapaport J. Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo. Atención Primaria de Salud (APS). [Internet]. Universidad del País Vasco y Hegoa, 2005-2006.  (Citado el 14 de Marzo de 2016) Disponible en:  http://bit.ly/1U7RoFf

3.- WHO.int. OMS I Atención Primaria de Salud, más necesaria que nunca. Informe de la salud en el mundo, 2008. [Internet].  Ginebra, 2008. (Citado el 14 de marzo de 2016) Disponible en: http://bit.ly/1TfSvkm

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5.- WHO.int. OMS I La atención primaria de salud en las crisis, acción sanitaria en las crisis (HAC). [Internet]. Ginebra, 2009. (Citado el 13 de marzo de 2016). Disponible en:  http://bit.ly/1pmroJT

6.- WHO.int. I OMS. Guía del clúster de salud. [Internet].  Ginebra, 2009. (Citado el 13 de marzo de 2016). Disponible en: http://bit.ly/1pfr5Qm

7.- WHO.int. OMS I Inter-Agency Standing Committee (IASC). Global Health Cluster - Position Paper. Removing user fees for primary health care services during humanitarian crises. [Internet]. Marzo 2010. (Citado el 13 de marzo de 2016). Disponible en: http://bit.ly/1P7SYPC

8.- Cardona Osorio, J. La salud pública en período de crisis. Rev Cubana Med Gen Integr  v.14,  n.3 . Ciudad de La Habana mayo-jun. 1998.

9.- sphereproject.org I El Proyecto Esfera. Carta humanitaria y normas mínimas para la respuesta humanitaria. [Internet]. Rugby, Reino Unido, 2011. (Citado el 26 de marzo de 2016). Disponible en: http://bit.ly/1SK67VK

10.- Muñoz F, López-Acuña D, Halverson P et als. Las funciones esenciales de la salud pública: un tema emergente en las reformas del sector de la salud. Rev Panam Salud Publica  vol.8  n.12.  Washington jul./aug. 2000. (Citado el 24 de marzo de 2016) Disponible en: http://bit.ly/1TXBeii

11.- WHO.int. OPS I Manual de evaluación de daños y necesidades en salud para situaciones de desastres. [Internet] Ecuador, 2004. (Citado el 14 de marzo de 2016) Disponible en: http://bit.ly/1V3qoGk

12.-WHO.int. OMS  I Protocolos de evaluación sanitaria rápida en situaciones de emergencia. [Internet] Ginebra, 1999. (Citado el 14 de marzo de 2016). Disponible en: http://bit.ly/22cYtG4

13.- uniovi.net I Arcos P (dir) et als. La ayuda sanitaria en desastres. Fundación para la Cooperación y Salud Internacional Carlos III [Internet] Madrid, 2006. (Citado el 23 de marzo de 2016). Disponible en: http://bit.ly/1QOsMh8

 

 

Puntos clave: Atención Primaria de Salud y Acción Humanitaria en crisis

·         La APS es una estrategia de desarrollo de los pueblos y de los sistemas sanitarios que buscaba la salud para todos en el año 2000

·         Nunca alcanzó su potencial desarrollo por falta del adecuado impulso de los Estados y por el incremento de las desigualdades internacionales

·         No obstante hay que situarla en el núcleo de las intervenciones que han alcanzado los mayores logros en salud de los pueblos

·         La OMS reivindicó en 2008 esa estrategia y apuntó algunas posibilidades de reforma de la misma

·         400 millones de personas en todo el mundo están excluidas de la atención de salud. Su situación es en sí misma una crisis humanitaria

·         Las sinergias entre atención humanitaria y APS en las crisis son evidentes:

o   Las necesidades básicas de la población en situaciones de crisis forman parte también de los componentes básicos de la APS (atención de salud, agua y saneamiento, alimentación, abrigo y techo)

o   Los valores de la APS (equidad, solidaridad, justicia social y participación) concuerdan con los principios humanitarios

o   A su vez las áreas estratégicas de la APS que buscan transformar los sistemas sanitarios (prestación de servicios, políticas públicas, cobertura universal y liderazgo)  refuerzan los objetivos de la atención humanitaria en crisis

·         Las crisis humanitarias son un reflejo de la incapacidad o el desinterés de los sistemas de protección social (incluidos los sistemas de salud) para atender las necesidades de la gente  

·         El efecto de las crisis en esos sistemas es grande, incidiendo en el deterioro de la salud

·         La participación de la comunidad es esencial en la atención a la población

·         La gratuidad de la atención de salud durante las crisis humanitarias es básicaLa APS reduce las desigualdades. Las crisis y algunas intervenciones de ayuda las incrementan

·         La cobertura universal y el acceso equitativo a la ayuda son los elementos que más contribuyen a disminuir las desigualdades sociales en salud durante las crisis humanitarias

 

Puntos clave: Salud Pública desde el principio y en todas las políticas de la acción humanitaria en crisis


·         Distintos tipos de crisis comportan diferentes riesgos para la salud pública

·         El deterioro de la SP tras un desastre o durante un conflicto afecta a toda la población y al propio sistema de salud

·         Todas las funciones básicas de la SP son de crucial importancia en la atención a la población que sufre los efectos de una crisis humanitaria

·         El análisis de la situación de salud de la población tras el impacto del desastre o la guerra es la actividad más importante de la SP en esas circunstancias.

·         La recogida de información necesaria para ello debe abordar sistemáticamente tres áreas de conocimiento:

o   la salud de la población y sus riesgos,

o   la disponibilidad de recursos y servicios de salud 

o   el desempeño del sistema de salud

·         En lo que afecta a la situación de saludel conocimiento de la tasa bruta de mortalidad en toda la población y la específica de menores de 5 años resulta de gran importancia

·         Es muy importante en cuanto sea posible la instalación de sistemas de vigilancia epidemiológica tanto para enfermedades infecciosas como para las no transmisibles

·         La promoción de la salud y la participación social son elementos básicos de la atención de salud a la población que sufre una crisis

 

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