Dibujo de Malagón |
Como absolutamente decepcionante se puede calificar el
programa electoral del PSOE para las elecciones autonómicas de 2.015 en su
aspecto sanitario. Me refiero, específicamente, a la tibieza con que aborda el
penoso asunto de la privatización sanitaria emprendida “a saco” por los
gobiernos del PP. Se trata, como saben los lectores, de una de las políticas
que más han contribuido al expolio sanitario y al desmantelamiento del sistema
público constituyendo, por ello, una gran amenaza para la equidad en la salud y
en todos los ámbitos de la vida.
La privatización del sistema sanitario público en España,
conceptualmente y por la forma en que se está llevando a cabo, es un escándalo
de enormes proporciones que ha sido rechazado mayoritariamente por los
ciudadanos, bien sean pacientes actuales, potenciales o futuros o, simplemente, trabajadores sanitarios. Se
basa en el deterioro concienzudo del sistema público, la degradación de la calidad
asistencial, las ganancias desmedidas de las empresas que participan en la
rapiña y la pérdida de derechos de pacientes y trabajadores públicos. La perseverante
y ejemplar lucha de la población madrileña contra el pestilente proceso
privatizador emprendido por el peor gobierno que ha soportado esta comunidad
autónoma, es un simple pero gráfico ejemplo de hasta qué punto ha dejado de
serle fácil a los timadores profesionales y a los jugadores de ventaja que masivamente
pueblan las instituciones, engañar a la
población con falsos argumentos que en realidad esconden la búsqueda de
privilegios particulares mientras aniquilan el bien común. Es una muestra de
hasta dónde está dispuesta a llegar en defensa de sus derechos y de los
servicios públicos.
En este contexto resulta absolutamente incomprensible que el
programa electoral del partido de la oposición no aborde, entre las medidas que
se compromete a tomar si formara gobierno, ni el final de la privatización sanitaria en cualquiera
de sus formatos (desde el más brutal de la gestión sanitaria al más crónico y larvado
de las derivaciones masivas a centros privados), ni la devolución al sistema
público normalizado de los hospitales que ya tienen gestión privada.
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Este olvido intencionado carece de coherencia, lo que, en la
tesitura actual, puede tener altísimos costes electorales. En especial cuando
este partido ha denunciado durante toda la legislatura estas aberrantes
iniciativas. No solo ello sino que llegó a presentar en el Congreso de los
Diputados una iniciativa legal que pretendía derogar el Decreto 15/97, que es
la base de estas políticas y que fue aprobado aquél lejano año por iniciativa
del gobierno de Aznar aunque con el entusiasta apoyo del PSOE. Si no fue
sincero en sus protestas e iniciativas anti-privatización, si las usó tan sólo
como herramienta de desgaste pero alberga las mismas intenciones en el futuro
que el patético gobierno del PP, su fracaso está garantizado y las protestas en
la calle, las mareas y las iniciativas judiciales, le augurarían, en caso de
que alcanzara el gobierno, una legislatura insoportable. Que le pregunten a
Lasquetty o a cualquiera de los que andan ahora enredados en las puertas
giratorias.
Porque esta injustificable ambigüedad demuestra una falta absoluta de convicciones
democráticas y de compromiso a favor de los servicios públicos. Como lo
demuestran también las recientes explicaciones del candidato Gabilondo en un
acto pre-electoral, cuando cifró su compromiso con este asunto en que “revisaría”
los contratos vigentes con las empresas privatizadoras que ya gestionan
hospitales públicos en Madrid “por si algún aspecto de ellos pudiera ser lesivo
para el sistema sanitario público o para los pacientes (sic)”. ¿Algún aspecto, dijo? ¿Es que puede haber alguno
que no lo sea? Alguien debiera explicarle al catedrático de metafísica que carece totalmente
de ella un sistema por el cual quienes han recibido el mandato popular de hacer
un trabajo reconocen su incompetencia para ello y, en vez de irse y dejar a
otros, se los traspasan a terceros para que se hagan inmensamente ricos a base
de detraerle a la gente los recursos que son suyos. ¿Algún aspecto, dice? Por
favor, pregúntele al candidato Freire qué opinión le merece “esos aspectos”. ¿O nos ha estado engañando también durante los
últimos 4 años, y lo que parecía tan malo ahora no resulta tanto?
Alguien debiera explicarle a Gabilondo, también, que se
trata de procesos que en su misma naturaleza llevan incorporado el fraude y la
corrupción. Son, de hecho, prácticas fraudulentas y abusivas que se legalizan
para que quienes las ponen en marcha y quienes se benefician de ellas puedan
salir impunes. Y como si fuera poco, además, resulta difícil encontrar alguna
iniciativa de estas que no lleve asociado algún escándalo de corrupción
investigado o juzgado. No en vano quienes con más decisión y menos escrúpulos
las han puesto en marcha en los últimos años son las administraciones regionales
del PP que acumulan más casos de corrupción entre sus miembros, Madrid y
Valencia, si exceptuamos la nacional que daría como para escribir un tratado
aparte. Expolio sin complejos.
Lecciones de decisión y claridad les dan, por ejemplo, Izquierda
Unida y Podemos: ambos anuncian en sus programas que con ellos se terminará la
privatización sanitaria y se rescatarán los centros que están siendo saqueados
actualmente. Sé que muchos estarán pensando “qué más da lo que venga o deje de
venir en los programas electorales”. Y si
así fuera, no les faltaría razón. En esta democracia ínfima y de pésima calidad en la que nos hacen vivir
eso no importa. Allí se escribe lo que la gente quiere leer, o se dice lo que
la gente quiera escuchar y luego, si toca gobernar, eso es papel mojado y
palabras que se lleva el viento. Pero aunque solo fuera por estética, tras la
lucha de tantos años, tantas horas de calle y de pasear la bata por Recoletos, tras
las mareas blancas, las promesas y las ampulosas declaraciones, los socialistas
debieran haber escrito un programa menos ambiguo y más decidido en este tema.
Por coherencia -¡ay!- y por respeto a la gente.
Con la misma letra y la misma música del programa socialista
se puede privatizar el sistema sanitario o dejar de hacerlo. Según prefiera
quien le toque. O según sus intereses. Igual que con el programa del PP. Se
olvidan no obstante que muchos ciudadanos tienen ya trazadas en sus cabezas sus líneas rojas. Y esta es una muy clara para
muchos.
Se equivocó el PSOE, porque la gente está cansada de que le
tomen el pelo, y esto suena mucho a eso. Eso, hoy en día, se paga con votos.
Quizás con muchos.
Manuel Díaz Olalla
Se pueden consultar
los programas de los partidos políticos aludidos para las elecciones
autonómicas de Mayo de 2015 a través de estos links,
Izquierda Unida: http://www.izquierda-unida.es/sites/default/files/doc/Programa_Marco_Electoral_Municipales_Autonomicas_IU_2015.pdf
Podemos: http://www.ecestaticos.com/file/90834aee54057f60c00e9c5bdf070c1f/1430895980.pdf
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