domingo, 10 de mayo de 2015

La decepcionante ambigüedad del programa electoral del PSOE en materia sanitaria

Dibujo de Malagón


Como absolutamente decepcionante se puede calificar el programa electoral del PSOE para las elecciones autonómicas de 2.015 en su aspecto sanitario. Me refiero, específicamente, a la tibieza con que aborda el penoso asunto de la privatización sanitaria emprendida “a saco” por los gobiernos del PP. Se trata, como saben los lectores, de una de las políticas que más han contribuido al expolio sanitario y al desmantelamiento del sistema público constituyendo, por ello, una gran amenaza para la equidad en la salud y en todos los ámbitos de la vida.

La privatización del sistema sanitario público en España, conceptualmente y por la forma en que se está llevando a cabo, es un escándalo de enormes proporciones que ha sido rechazado mayoritariamente por los ciudadanos, bien sean pacientes actuales,  potenciales o futuros  o, simplemente, trabajadores sanitarios. Se basa en el deterioro concienzudo del sistema público, la degradación de la calidad asistencial, las ganancias desmedidas de las empresas que participan en la rapiña y la pérdida de derechos de pacientes y trabajadores públicos. La perseverante y ejemplar lucha de la población madrileña contra el pestilente proceso privatizador emprendido por el peor gobierno que ha soportado esta comunidad autónoma, es un simple pero gráfico ejemplo de hasta qué punto ha dejado de serle fácil a los timadores profesionales y  a los jugadores de ventaja que masivamente pueblan las instituciones, engañar a  la población con falsos argumentos que en realidad esconden la búsqueda de privilegios particulares mientras aniquilan el bien común. Es una muestra de hasta dónde está dispuesta a llegar en defensa de sus derechos y de los servicios públicos.

En este contexto resulta absolutamente incomprensible que el programa electoral del partido de la oposición no aborde, entre las medidas que se compromete a tomar si formara gobierno,  ni el final de la privatización sanitaria en cualquiera  de sus formatos (desde el  más brutal  de la gestión sanitaria al más crónico y larvado de las derivaciones masivas a centros privados), ni la devolución al sistema público normalizado de los hospitales que ya tienen gestión privada.

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Este olvido intencionado carece de coherencia, lo que, en la tesitura actual, puede tener altísimos costes electorales. En especial cuando este partido ha denunciado durante toda la legislatura estas aberrantes iniciativas. No solo ello sino que llegó a presentar en el Congreso de los Diputados una iniciativa legal que pretendía derogar el Decreto 15/97, que es la base de estas políticas y que fue aprobado aquél lejano año por iniciativa del gobierno de Aznar aunque con el entusiasta apoyo del PSOE. Si no fue sincero en sus protestas e iniciativas anti-privatización, si las usó tan sólo como herramienta de desgaste pero alberga las mismas intenciones en el futuro que el patético gobierno del PP, su fracaso está garantizado y las protestas en la calle, las mareas y las iniciativas judiciales, le augurarían, en caso de que alcanzara el gobierno, una legislatura insoportable. Que le pregunten a Lasquetty o a cualquiera de los que andan ahora enredados en las puertas giratorias.

Porque esta injustificable ambigüedad demuestra  una falta absoluta de convicciones democráticas y de compromiso a favor de los servicios públicos. Como lo demuestran también las recientes explicaciones del candidato Gabilondo en un acto pre-electoral, cuando cifró su compromiso con este asunto en que “revisaría” los contratos vigentes con las empresas privatizadoras que ya gestionan hospitales públicos en Madrid “por si algún aspecto de ellos pudiera ser lesivo para el sistema sanitario público o para los pacientes (sic)”.  ¿Algún aspecto, dijo? ¿Es que puede haber alguno que no lo sea? Alguien debiera explicarle al catedrático de metafísica que carece totalmente de ella un sistema por el cual quienes han recibido el mandato popular de hacer un trabajo reconocen su incompetencia para ello y, en vez de irse y dejar a otros, se los traspasan a terceros para que se hagan inmensamente ricos a base de detraerle a la gente los recursos que son suyos. ¿Algún aspecto, dice? Por favor, pregúntele al candidato Freire qué opinión le merece “esos aspectos”.  ¿O nos ha estado engañando también durante los últimos 4 años, y lo que parecía tan malo ahora no resulta tanto?

Alguien debiera explicarle a Gabilondo, también, que se trata de procesos que en su misma naturaleza llevan incorporado el fraude y la corrupción. Son, de hecho, prácticas fraudulentas y abusivas que se legalizan para que quienes las ponen en marcha y quienes se benefician de ellas puedan salir impunes. Y como si fuera poco, además, resulta difícil encontrar alguna iniciativa de estas que no lleve asociado algún escándalo de corrupción investigado o juzgado. No en vano quienes con más decisión y menos escrúpulos las han puesto en marcha en los últimos años son las administraciones regionales del PP que acumulan más casos de corrupción entre sus miembros, Madrid y Valencia, si exceptuamos la nacional que daría como para escribir un tratado aparte. Expolio sin complejos.  

Lecciones de decisión y claridad les dan, por ejemplo, Izquierda Unida y Podemos: ambos anuncian en sus programas que con ellos se terminará la privatización sanitaria y se rescatarán los centros que están siendo saqueados actualmente. Sé que muchos estarán pensando “qué más da lo que venga o deje de venir en los programas electorales”.  Y si así fuera, no les faltaría razón. En esta democracia ínfima y  de pésima calidad en la que nos hacen vivir eso no importa. Allí se escribe lo que la gente quiere leer, o se dice lo que la gente quiera escuchar y luego, si toca gobernar, eso es papel mojado y palabras que se lleva el viento. Pero aunque solo fuera por estética, tras la lucha de tantos años, tantas horas de calle y de pasear la bata por Recoletos, tras las mareas blancas, las promesas y las  ampulosas declaraciones, los socialistas debieran haber escrito un programa menos ambiguo y más decidido en este tema. Por coherencia -¡ay!- y por respeto a la gente.

Con la misma letra y la misma música del programa socialista se puede privatizar el sistema sanitario o dejar de hacerlo. Según prefiera quien le toque. O según sus intereses. Igual que con el programa del PP. Se olvidan no obstante que muchos ciudadanos tienen ya trazadas en sus cabezas  sus líneas rojas. Y esta es una muy clara para muchos.

Se equivocó el PSOE, porque la gente está cansada de que le tomen el pelo, y esto suena mucho a eso. Eso, hoy en día, se paga con votos. Quizás con muchos.

Manuel Díaz Olalla


Se pueden consultar los programas de los partidos políticos aludidos para las elecciones autonómicas de Mayo de 2015 a través de estos links,
Podemos: http://www.ecestaticos.com/file/90834aee54057f60c00e9c5bdf070c1f/1430895980.pdf

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