![]() |
Tomado de Madri+d |
La esperanza de vida al nacer (EV) es el indicador integral de la salud de una población más conocido y fiable. Paradójicamente se elabora a partir de los datos de mortalidad y su uso se ha generalizado en los últimos años.
Presenta la característica de que es comparable entre
distintas poblaciones y que su significado es generalmente comprensible. Por
ello refleja bien las desigualdades sociales en la salud, permitiendo el
seguimiento de su evolución.
El informe Black (Reino Unido, 1977) fue el primero en dar
visibilidad a esas desigualdades al demostrar que la mortalidad de los
profesionales y directivos británicos era un 50% menor que la de los trabajadores
manuales, hasta tal punto que si estos hubieran tenido las mejores tasas de
mortalidad de que disfrutaban aquéllos se hubieran registrado en Inglaterra
74.000 fallecidos menos entre 1972 y 1974.
Las grandes ciudades del mundo registran importantes diferencias
en la salud de sus ciudadanos. Si confiamos en que la EV representa de forma
bastante objetiva el nivel de salud de la población, debemos reconocer que el
epidemiólogo inglés Michael Marmot impactó sin paliativos en la opinión pública
mundial al relatar esas diferencias sobre un plano del metro de Londres en el
que señaló que la EV de los hombres que vivían en las cercanías de la estación
de metro de Canning Town, la cabecera de la línea Jubilee Line, era casi 6 años menor que la de los que lo hacían
alrededor de la estación situada en el otro extremo de la línea, la de
Westminster, pudiendo observarse además que, aproximadamente, se incrementaba o
decrecía en un año esa expectativa vital entre estaciones contiguas ( https://bit.ly/2kageHk ). Aprovechando esta
elocuente forma de contarlo, nuestros compañeros de la Agencia de Salud Pública
de Barcelona encontraron también que en 2013 se calculaba en más de 11 años las
diferencias en EV entre los hombres que residen alrededor de la estación de
metro de Torre Baró y los que lo hacen junto a la de Sarriá-Bonanova.
Madrid Salud publicó hace unos meses la EV de la población
de la ciudad por barrios en el periodo 2009 a 2012 (https://bit.ly/2xUqh8V ) observándose que
entre el mejor y el peor dato para hombres (El Goloso con 84,91 años y Cuatro
Vientos con 74,66 años) existen unos diez años de diferencia. Más recientemente
se ha recalculado con datos actualizados encontrándose que, para el conjunto de
la población, las diferencias entre barrios se sitúan en algo más de 9 años (Cuatro Vientos con 78,49
años vs El Salvador 87,97 años, para
el periodo 2013 a 2015) (pendiente de publicación).
Independientemente de los trabajos que realizamos con la EV,
para nosotros el dato oficial de la ciudad y de los distritos es el que publica
la Subdirección General de Estadística del Ayuntamiento de Madrid. A día de hoy
el último dato sobre EV para la población de la ciudad de Madrid corresponde a
2016: la de los hombres alcanza ya la cifra de 82,03 años mientras que la de la
mujer se sitúa en 87,29 años (84,93 años para el conjunto de la población). Por
distritos (esa Subdirección publica los datos solo hasta esta desagregación
territorial) y para los hombres la mayor diferencia se establece entre
Salamanca (83,46 años) y Puente de Vallecas (79,67 años), resultando una diferencia entre ambos de 3,79
años. Para las mujeres entre Salamanca (la más alta, con 87,41 años) y Centro
(la más baja, con 85,50 años) la diferencia llega a los 2,82 años. Por último,
y aunque la tendencia actual es dar las cifras de hombres y mujeres separadas para
entender mejor las diferencias de género, para el total de la población el
mejor dato es el de Salamanca de nuevo, con 85,82 años y el más bajo el de
Puente de Vallecas, con 83,25 años, estableciéndose una diferencia entre el
mejor y el peor de 2,57 años.
En todo caso parece que las diferencias entre distritos
tienden a disminuir si nos fijamos en la diferencia en EV que nosotros mismos
publicamos con datos de 2002 como parte del primer Estudio de Salud de la
ciudad, en que para el conjunto de la población la diferencia entre el mejor y
el peor distrito ascendía a 3,9 años. Esta es la realidad que observamos entre
áreas grandes, y que confirmamos entre áreas pequeñas (barrios) aunque algo más
matizada (10,30 años entre el mejor y el peor barrio para el conjunto de la
población en el periodo 2009-2012 frente
a los 9,12 años en el periodo 2013-2015).
Como se aprecia una brecha muy profunda que es mayor si el
territorio cuya población analizamos es un área más pequeña. Según nuestros
datos, provenientes de nuestro Estudio de Salud 2014, la brecha de mortalidad entre
distritos, en esta ocasión agrupados en clúster según nivel de desarrollo,
creció en los años de la crisis en el siguiente sentido: la mortalidad de los
hombres de los distritos más desfavorecidos se incrementó y aunque después
volvió a reducirse no ha logrado aún situarse en la distancia que mantenía
respecto a los demás distritos antes de este periodo (se agudizan las
diferencias a costa de que los distritos con más dificultades avanza
notablemente menos que los demás).
En todo el mundo es conocido que la correlación entre la EV
y los indicadores que dibujan las condiciones de vida es grande. En nuestro caso,
no deja de sorprendernos, a día de hoy, el enorme parecido que tienen los mapas
de la ciudad, por distritos o barrios, que reflejan la distribución de algunas
variables socioeconómicas (renta, nivel educativo, clases sociales) con otros
mapas que recogen la distribución de algunas variables del nivel de salud (EV,
tasas de sobrepeso y obesidad en niños, tasas de mortalidad prematura,
etc). Esta evidencia la llevamos
observando desde el año 2004 y no deja de ser una aproximación
extraordinariamente elocuente del enorme efecto que tienen las condiciones de
vida en la salud. Hemos estudiado en numerosas ocasiones cómo se comporta esta
asociación en la ciudad de Madrid y siempre hemos hallado una relación muy
grande, en especial en los hombres. En el Estudio de Salud de la ciudad de
Madrid de 2008 ya encontramos que el coeficiente de correlación entre la EV y
la renta per cápita de los distritos era muy alta (r=0,47, siendo 0 “sin correlación”
y 1 “correlación máxima”), aunque más lo era aún entre la EV y la tasa de
desempleo (r=0,59). Sorprenden estos datos si se piensa que el sistema
sanitario en España, hasta la entrada en vigor del RD 16/2012 que excluía del
mismo a una parte sensible de los ciudadanos, era universal, gratuito y de
calidad, por lo que nos iguala a todos en la atención de salud por encima de las
diferencias sociales, territoriales o de cualquier otro tipo. Resulta menos chocante,
siguiendo las enseñanzas que emanan de la salud pública moderna, al menos desde
Lalonde en 1974, si comprendemos que la mayor parte de los factores que
determinan la salud y la mortalidad de la población, en nuestro nivel de
desarrollo, están fuera de ese sistema sanitario como estructura, como son los
estilos de vida en general, la alimentación, el ocio, los riesgos laborales y
ambientales, la práctica de ejercicio físico, etc.
En nuestros más recientes cálculos, a nivel distrito, parece
incrementarse la fuerza de asociación entre EV y renta, hasta alcanzar un valor
de r de 0,66. A nivel de área más pequeña (barrio) esta correlación es mucho menor
(r=0,22).
Recientemente y a partir de las tablas de mortalidad de 2016
con las que calculamos la EV, ajustándolas con la frecuencia de mala salud
(limitación crónica a la actividad) obtenida por edad y sexo en la Encuesta de
Salud de la ciudad de Madrid que hemos realizado en diciembre de 2017, hemos
calculado la Esperanza de Vida en Buena Salud (EVBS) para la población de la
ciudad y para la de cada uno de los distritos, este último análisis por primera
vez. Se trata de saber, independientemente de la esperanza de vida total, hasta
qué edad (o qué % de la vida total) se vivirá en buena salud (sin limitación). Este
indicador refleja aún mejor las desigualdades sociales en la salud que la EV
simple y cada vez se le concede mayor importancia en la planificación de
intervenciones de salud. Según nuestros datos la EVBS de los hombres en Madrid
es de 62,24 años y de las mujeres 61,65 años (61,93 años para toda la
población). Significa que un 75% de la vida de ellos y un 70% de la de ellas se
vivirá en buenas condiciones de salud. Hay que decir aquí que estos datos son
algo peores que los publicados por el Ministerio de Sanidad para la población
española que fueron de 63,9 años en los hombres y 64,1 años en las mujeres
(2015). En los distritos, la mayor parte de la población vivirá entre un 70% y un 75% de su vida total
en buena salud. Los que rebasan este límite superior son los madrileños que
viven en Ciudad Lineal, Salamanca, Centro, Barajas y Vicálvaro, mientras que,
por otro lado, los que no alcanzarán ese 70% son los que viven en, Carabanchel,
Villaverde, Villa de Vallecas y Tetuán.
En resumen, las desigualdades en salud que existen dentro de
las ciudades son grandes y se correlacionan bien con las diferencias sociales
que están en su génesis. La ciudad de Madrid no presenta niveles de desigualdad
mayores que otras ciudades, plasmados en las diferencias en EV y en EVBS. A
nivel territorial dentro de la ciudad parecen disminuir las diferencias en
Esperanza de Vida, aunque en las áreas grandes (distritos) la correlación entre las condiciones de vida
de la gente (representada por la renta per cápita) y la salud (esperanza de
vida) aumenta. Hay que señalar también que la esperanza de vida mejora
sensiblemente en los últimos años, pero en el periodo más álgido de la crisis
económica (2010-2012) se incrementó la mortalidad en los distritos más
desfavorecidos respecto a los demás, ahondando una brecha que aún no ha llegado
a reducirse.
(Si quiere saber más sobre este tema, no deje de visitar el extraordinario trabajo del periodista Joan Llop en este link : Joan Llop ciudad desigual )
(Si quiere saber más sobre este tema, no deje de visitar el extraordinario trabajo del periodista Joan Llop en este link : Joan Llop ciudad desigual )
Manuel Díaz Olalla
Madrid, junio de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario