Ante la masiva desinformación que se propaga desde los medios de comunicación, incluidos los públicos (¿o debiéramos decir “sobre todo los públicos" y curiosamente no especialmente a favor del gobierno) debemos estar prevenidos. El Telediario de ayer lanzó 2 noticias que, juntándolas, se explican mejor que solas. Veamos: el presidente de Pfizer vende una gran cantidad de acciones de su compañía el día siguiente de comunicar que “en un avance” de resultados, el ensayo clínico con su vacuna muestra un 90% de eficacia. La venta le reporta 5 millones de euros, 600.000 más que lo que le hubiera producido unos días antes, es decir esa cantidad es atribuible al “efecto noticia de la eficacia vacunal”. Se nos dice después, por parte de la compañía, que esa operación estaba prevista hace meses. Pero lo que no estaba previsto es que de manera inesperada, inconsistente e intempestiva (todo el mundo se sorprendió, bueno, justo hasta el momento en que se supo lo de la venta de acciones) se anunciaran esos resultados que son, nadie lo discute, demasiado precoces.
Minutos después, en el mismo Telediario se anuncia que este año más de 3 millones de personas, la mayoría por primera vez, necesitarán ayuda alimentaria de los Bancos de Alimentos en España.
Ambos sucesos están causados por la COVID-19. La mayoría
sufre sus efectos terribles y una minoría se hace inmensamente rica. Unos ganan
y otros pierden. Los medios apoyan y aplauden. Como siempre en este sistema,
pero resulta indecente que se haga a costa de la necesidad y de la salud de la
gente……
A mis buenos amigos que se dedican a la enseñanza les subrayo
siempre que, por encima de los contenidos, potencien, estimulen e inciten a los alumnos
a mantener siempre un pensamiento crítico, un punto de reflexión, un instante suficiente para separar la paja del grano, una capacidad analítica que en gran parte se
basa en no creer a pies juntillas lo que les cuentan, en especial lo que les
cuentan los medios de comunicación de masas que por encima de la verdad responden
a los intereses de sus dueños. Que intenten mantener, en fin, un reflejo final para juntar unas informaciones
con otras y sacar después sus propias conclusiones, no las que quien nos las
vende quiere que saquemos.
Ahí va la mía: desconfía siempre de quien pretende que su beneficio
personal es el beneficio de la mayoría. Casi siempre te engaña. Si tiene
capacidad de maniobra, de una forma u otra premiará lo suyo por encima de lo de
los demás. Si se trata de la salud, la precaución debe ser doble. Que el dueño de un
laboratorio farmacéutico que investiga una vacuna se pueda hacer aún mucho más
rico si su producto es el que más se vende y el que llega antes a la meta en la carrera de
las vacunas, hace que desconfíe de forma natural de esa vacuna. No me fío de su
seguridad ni de su eficacia, aunque me garanticen que detrás de la evaluación hay
una entidad independiente.
Sin dudarlo, si puedo elegir me voy con la Soberana, la vacuna que se investiga sin ánimo de lucro y que se regalará a todos los que la necesiten. Con esa sí estoy tranquilo.
Manuel Díaz Olalla
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