jueves, 28 de enero de 2016

Vivir sí, pero sólo hasta donde se pueda pagar




Manuel Díaz Olalla

El pasado 16 de diciembre de 2015 el diario británico The Independent publicó un artículo en el que proponía al lector que cumplimentara un sencillo test de 14 preguntas para conocer cuántos años aproximadamente le quedaban de vida (http://bit.ly/1SlTcIx). Es una elaboración desarrollada a partir de los trabajos realizados por investigadores de la Universidad de Pensilvania sobre una cohorte de 500.000 personas a la que se ha seguido durante más de 10 años.

Desde el punto de vista epidemiológico la naturaleza del cálculo es intachable. Se fundamenta en la agregación de riesgos de mortalidad conocidos, atribuibles a distintos factores determinantes de la salud. Entre estos, y ahí radica la cierta originalidad del método, se sitúan destacadamente no sólo algunos antecedentes clínicos comunes (como la diabetes) o la concurrencia de algunos factores de riesgo ligados a los estilos de vida (sedentarismo, tabaco, alcohol) sino también ciertas condiciones “socioeconómicas”, como el grado escolar o la renta anual, y de valoración subjetiva de la propia salud. Estas últimas circunstancias que tienen que ver con la posición social o la autopercepción de la salud, y cuyo efecto en la supervivencia es muy conocido a través de los análisis actuales de epidemiología social, no siempre se trasladan a los cálculos del riesgo de morir. Y aquí está la primera sorpresa: aunque todos los estudios evidencian esta realidad, choca que, en términos llanos, el poder adquisitivo de cada cuál sea tan determinante de la supervivencia, sobretodo porque pensábamos que una de las manifestaciones más elocuentes de la civilización era que la vida y el bienestar se mantuvieran al margen de estas contingencias....

Para seguir leyendo clickar aquíhttp://bit.ly/1SlTcIx


Publicado en la página web de la Fundación Sistema, 20 de Enero de 2016. 

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