domingo, 29 de marzo de 2020

Notas metodológicas rápidas para becarios

(A la atención de Irene, Agustín, Álex y Ester, si es que tiene tiempo de leer esto desde la trinchera de esta batalla)


Reuter


Hemos hablado muchas veces de lo importante que es, a la hora de transmitir la información de una investigación, expresar con claridad en textos, tablas o gráficos, la naturaleza del indicador que queremos mostrar. Si lo hacemos bien simplificaremos las explicaciones y evitaremos errores en la interpretación.

Me refiero, por ejemplo, cómo no, a lo necesario que es, mucho más en los tiempos que corren, distinguir con claridad entre tasas poblacionales (de incidencia, de prevalencia, de mortalidad, etc) y proporciones expresadas en términos de distribución de frecuencias, por mucho que, en ocasiones, estén referidas al mismo número de unidades del denominador (por cien, %).

La primera, si se da en términos de “por cien”, hace referencia a 100 personas o habitantes (o 100 hombres, o 100 mujeres), pero siempre considerando que esos 100 son individuos, generalmente sanos, que están en riesgo de sufrir el evento que se recoge en el numerador (casi siempre muerte o enfermedad). Se construyen, claro, situando en el numerador al nº de personas afectadas por el fenómeno que queremos explicar y en el denominador a la población que está o ha estado en riesgo de sufrir el fenómeno (población). Arroja una medida de riesgo (o probabilidad) de sufrir el evento en la unidad de tiempo que se trate (generalmente un año). 

Por ejemplo:
Tasa de mortalidad por COVID-19 en mayores de 70 años = nº de fallecidos, en el periodo que se estudie, por esta enfermedad / todas las personas mayores de 70 años *100 (el resultado será el nº de defunciones en ese grupo por cada 100 personas de esa edad, es decir una medida de riesgo poblacional).

Sin embargo, si lo que pretendemos es explicar qué proporción (frecuencia relativa) de fallecidos tenía más de esa edad deberíamos usar el mismo numerador que antes, pero situaríamos en el denominador a todos los fallecidos de todas las edades, de tal forma que el resultado nos informa del peso que tiene ese grupo de fallecidos en el conjunto de todos ellos. Si ese resultado, siempre menor que la unidad a no ser que todos los decesos fueran personas mayores de 70 años, lo multiplicamos por 100 para darle una dimensión inteligible para todos, obtendríamos el numero de fallecidos mayores de esa edad entre 100 fallecidos. 

Digamos que así:

Proporción de defunciones en mayores de 70 años (entre todos los fallecidos por el COVID-19) = Nº de fallecidos en mayores de 70 años / total de fallecidos *100

Como veis el numerador es el mismo pero el denominador, que es el que da sentido al indicador, es distinto. Por mucho que a uno y a otro le asignemos la coletilla “por cien”, el primero habla de riesgos que corre la población y el segundo del peso de una parte en un todo.

Es fundamental explicar bien lo que queramos contar, y por más que os pueda parecer reiterativo me he visto en la necesidad de escribir esto para que no nos/os pase nunca lo que a la periodista del Telediario de ayer que con gran desparpajo despachó el tema de explicar lo que he contado en los ejemplos de la siguiente manera: “La mortalidad por COVID-19 es mayor del 80% en mayores de 70 años”. No solo es falso y está mal expuesto, si no que sin duda generó una alarma enorme e injustificada en las personas mayores que escuchaban las noticias, pues el relato estaba transmitiendo “riesgo de morir” cuando en realidad lo que quería contar, y no supo, es que el peso de ese grupo en la totalidad de los fallecidos es muy grande, concretamente superior a ¾. 

Sabemos por los informes actualizados que con tanto primor están preparando estos días Gema e Irene que a día 25 de marzo habían fallecido en España 4.089 personas por culpa de esta peste, aunque solo tenemos datos de edad y sexo de 1326 de ellos y ellas. Trabajaremos solo con estos en esta simulación. Sabemos también que 1146 de estos tenían 70 años y más, por lo que DEL TOTAL DE FALLECIDOS POR COVID-19 EL 86,42 POR CIEN TENÍAN MÁS DE 69 AÑOS; una proporción en la que simplemente citando el denominador en el enunciado nadie albergará dudas de lo que estamos contando.

Bien, en España hay algo más de 47 millones de personas (2019) de las que, según el INE, 6.658.398 tienen 70 o más años. Si colocásemos a estos en el denominador, y en el numerador los mismos 1146 que hemos usado en la otra ecuación (total de fallecidos de 70 y más) obtendríamos que LA TASA DE MORTALIDAD POR COVID-19 EN MAYORES DE 69 AÑOS ES DE 0,017 POR CIEN. Si queremos, y para manejar magnitudes asequibles, en vez de por cien multiplicamos por cienmil y obtendríamos 17,21 fallecidos por cienmil personas, como se ve una cifra mucho más real y tranquilizadora que la que nos trasmitió la periodista en su desafortunado relato. Efectivamente, el riesgo real de morir por ello en la actualidad en los mayores de 69 años es de algo más de 17 por cada 100.000 habitantes de esas edades.

Afinemos, tengamos el cuidado de contar con claridad lo que queremos transmitir a los demás para que lo entiendan todos y no alarmar a los ciudadanos innecesariamente. Y observemos, es lo más importante. Si lo hacemos no caeremos en el error ni en el ridículo en que cayó hace días otra periodista también en televisión: trasmitía desde la puerta de una residencia de mayores y mientras decía: “En esta residencia hay varios infectados, y aunque está sin confirmar parece que pudiera haber también un fallecido”, los espectadores observábamos con perplejidad que justo detrás de ella salía por la puerta de la misma un furgón de la funeraria. Ahí está la confirmación. No hay que insistir en verificar si el dato es cierto.

Observemos. Nada como tener los ojos bien abiertos, los pies en el suelo y la mente en las entendederas de los demás.

Manuel Díaz Olalla

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